jueves, 28 de julio de 2011



Me gusta la fotografía analoga por que me parece que remite a esos lugares ahora olvidados por lo digital. Todo resulta una aventura, desde ir a comprar el rollo y pensar en que ISO puede funcionar, abrir la cajita, sacarlo, abrir la cámara y colocarlo, todo ese ritual lo remite a uno a años y años y años atrás, lo que antes era un preambulo para un buen día de inspiración fotográfica, un buen paseo familiar quizá. Me parece romántico digamos, me parece artistico además. No es lo mismo disparar diez fotos virtuales e ir quitando las que no gustan a que alguna escena te llene la curiosidad, pensar en que es un chance nada más, agarrar la cámara y encuadrar y disparar la fotografía. No es lo mismo definitivamente, y eso es lo hermoso, escuchar el sonido del motor y pensar "ojalá que haya quedado" e ir imaginando esa fotografía mientras van quedando menos cuadritos en el negativo.. Luego viene la espera por la tirita de negativos, luego viene ver las fotos y ese es otro momento maravilloso, cuando tomaste la foto y la imaginaste y el resultado es mejor de lo esperado. Me encanta la fotografía analoga y ultimamente pienso que el mejor regalo que puede hacerme algún familiar es una caja de zapatos llena de negativos con esas fotos que se creían inevitablemente idas.
Fotos y texto: Pablo Alvarado

No hay comentarios:

Publicar un comentario